lunes, 3 de mayo de 2010

Detrás del lenguaje...

Mi sobrino tiene dos años y no distingue entre los significados de soplar e inflar.

"Vamos a inflar la velita". "Inflá", te dice frente al bocado caliente, antes de llevárselo a la boca.

Pienso en la revolución que sucede en su pequeña cabeza antes de emitir cada sonido. Llámenme enferma. Pero pienso que él es (y todos somos) eso que pasa detrás del lenguaje. Eso que se esfuerza por salir pero permanece ahí, no dicho, queriendo decirse.

Somos lo que no podemos decir y vivimos presos de esa soledad indecible que no pedimos y que nos fue dada de manera incuestionable, y que es la vida.

Vivir es no poder decir, y a la vez no poder dejar de intentar, durante toda la vida, decirnos, sin poder jamás conseguirlo. A veces, sin embargo, nos parece que nos decimos, y nos da mucha felicidad.

Pizarnik: "Soledad es no poder decirlo".

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